El Tribunal Supremo del estado de Connecticut, al resolver las cuestiones planteadas en el caso Hotchkiss de un alumno de un colegio privado que enfermó y sufrió daños cerebrales en un viaje a China, declaró que «los colegios deben advertir y proteger a los alumnos del riesgo de enfermedades transmitidas por insectos cuando organicen viajes al extranjero.»

Según un artículo del New York Times, los jueces también dijeron en la sentencia de 5-0 que el veredicto de 41,5 millones de dólares concedido al estudiante en una demanda ante un tribunal federal en 2013 no debe reducirse. El caso vuelve ahora al Tribunal de Apelaciones del Circuito de EE.UU. en Nueva York para que se pronuncie sobre la base de las respuestas del tribunal de Connecticut a estas dos preguntas.  

Cara Munn, una adolescente que participó en un viaje a China patrocinado por la escuela Hotchkiss en 2007, enfermó de una enfermedad transmitida por insectos que contrajo durante una excursión. En una clínica local le diagnosticaron erróneamente la enfermedad y la trasladaron a un hospital de Pekín, donde tardaron semanas en traerla en avión a Estados Unidos, de la mano de sus padres. Perdió permanentemente el habla y parte de su capacidad cognitiva.

Munn demandó al internado, alegando que los responsables de la escuela no advirtieron a los alumnos de los riesgos de las enfermedades transmitidas por insectos en China antes del viaje, no les protegieron ni tomaron precauciones como el uso de repelente de insectos durante el viaje, y no dispusieron de protocolos para emergencias médicas, notificación a los padres y evacuación.

Los profesores de Derecho de Harvard John Goldberg y Ben Zipursky comentaron que «una escuela debe a sus alumnos el deber de estar atentos a los daños que puedan sufrir en un viaje organizado por la escuela, y de ejercer la debida diligencia para protegerse contra tales daños… con independencia de que esa actividad tenga lugar en los terrenos de la escuela o al otro lado del mundo».

La sentencia contra la Escuela Hotchkiss pone de relieve una cuestión importante a la que se enfrentan los programas de estudios sobre viajes.  Las organizaciones que cuentan con un programa de deber de diligencia, que incluye información exhaustiva sobre salud y seguridad antes del viaje y planes y recursos de actuación en caso de emergencia, se sitúan en una mejor posición para responder y proteger a sus alumnos y personal, así como para minimizar su riesgo legal.