Artículo destacado:

  • De septiembre a noviembre ofrece un tiempo estable para escalar montañas como el Kilimanjaro, el Aconcagua y el Manaslu.
  • Island Peak, Lobuche y Lenin Peak ofrecen a los alpinistas otoñales desafíos técnicos en entornos alpinos impresionantes.
  • Los expertos advierten de que ignorar los primeros síntomas del mal de altura es el mayor error que cometen los escaladores en altura.
  • Aumentan los rescates en helicóptero, pero los expertos insisten en que la preparación, y no la confianza, debe seguir siendo el núcleo del montañismo.
  • Global Rescue ofrece un paquete de evacuación a gran altitud para alpinistas de más de 4.000 metros, que proporciona apoyo crítico en todo el mundo.

 

 

Cuando el verano da paso al otoño, los alpinistas de todo el mundo se preparan para una de las temporadas de escalada más fiables y gratificantes. Entre septiembre y noviembre, varios de los picos más emblemáticos y aventureros del mundo se convierten en objetivos prioritarios para los montañeros, desde alpinistas experimentados hasta ambiciosos senderistas que ponen a prueba sus límites.

«La actividad al aire libre a gran altitud está alcanzando cotas de participación sin precedentes en todo el mundo», afirma Ed Viesturs, el único estadounidense que ha hecho cumbre en los 14 ochomiles del mundo sin oxígeno suplementario. Y el otoño, con su tiempo relativamente estable y la disminución de las multitudes, ofrece el marco perfecto para quienes buscan aventuras por encima de las nubes.

 

El Kilimanjaro y el Aconcagua son escaladas clásicas

La temporada de escalada de otoño da la bienvenida a los montañeros a una gran variedad de picos, cada uno de los cuales ofrece retos y recompensas únicos. Éstos son los más destacados:

  • Kilimanjaro (Tanzania) – A pesar de su altura (19.341 pies), el Kilimanjaro suele considerarse la ascensión más accesible del mundo. Sus rutas trilladas y sus senderos no técnicos lo convierten en uno de los favoritos de los que suben por primera vez a gran altitud. El otoño ofrece un tiempo seco y cielos despejados, ideales para hacer cumbre.
  • Aconcagua (Argentina) – El Aconcagua (6.000 metros), uno de los principales picos para el entrenamiento en altitud, es descrito a menudo por el jefe de expedición Lukas Furtenbach como un «campo de entrenamiento perfecto para aprender a manejarse en la montaña». Aunque no es técnico por la ruta habitual, sigue siendo un esfuerzo físicamente agotador.

 

Manaslu, Island Peak y Lenin Peak ofrecen desafíos

  • Manaslu (Nepal) – La octava montaña más alta del mundo (26.781 pies) es uno de los picos más populares de Nepal para las expediciones otoñales. Aunque es más técnico que el Kilimanjaro, el Manaslu atrae a escaladores que buscan una experiencia de gran altitud sin multitudes del tamaño del Everest. El otoño ofrece condiciones frías pero relativamente estables.
  • Island Peak y Lobuche Peak (Nepal) – Estos picos, ambos por encima de los 6.000 metros, son los favoritos de quienes se preparan para escalar cimas más altas del Himalaya. Island Peak es más exigente técnicamente, con cruces de glaciares y líneas fijas, mientras que Lobuche ofrece unas vistas impresionantes del Everest y el Lhotse sin la congestión de los senderos más populares.
  • Pico Lenin (Kirguistán/Tayikistán) – El pico Lenin (6.000 metros), muy popular en Asia Central, es conocido por sus amplias laderas glaciares y su relativa accesibilidad para un pico de su tamaño. Las expediciones otoñales requieren una planificación cuidadosa en función de las nevadas tempranas, pero la recompensa es enorme, tanto en soledad como en paisaje.

 

Escalar en otoño significa menos gente y los mismos riesgos

El otoño suele ser un momento ideal entre la estación de los monzones y las tormentas invernales, sobre todo en las regiones del Himalaya y los Andes. Los cielos están más despejados, las temperaturas son frías pero estables y los vientos en las cumbres suelen ser menores que en primavera o verano.

Sin embargo, las condiciones meteorológicas pueden cambiar rápidamente. Comprobar las previsiones detalladas, obtener los permisos con antelación y contratar guías cualificados es esencial para el éxito de la expedición. Muchas rutas de escalada otoñales también requieren un aviso previo para la logística del viaje, sobre todo en lugares remotos.

Escalar en altitud es más que un reto físico, es una apuesta fisiológica si se aborda de forma imprudente. «Ignorar los primeros síntomas del mal de altura es el mayor error que cometen los escaladores», afirma Dan Stretch, especialista en operaciones de Global Rescue. Síntomas como dolores de cabeza, náuseas y fatiga pueden parecer leves, pero pueden agravarse rápidamente.

Alan Arnette, conocido cronista del Everest, advierte: «A menudo se dice a los escaladores que su seguro de rescate cubrirá la evacuación, pero esto puede darles una falsa sensación de seguridad. La realidad es que no estar preparado puede ser fatal».

Los efectos físicos de la altitud, como el edema pulmonar de altitud o el edema cerebral de altitud, pueden afectar incluso a escaladores en buena forma. Viesturs señala que «la gente suele subestimar la resistencia necesaria y los estragos que causa la altitud».

Con el aumento de la accesibilidad y el apoyo comercial en montañas como el Everest, cada vez son más los alpinistas que recurren a evacuaciones en helicóptero por problemas que los montañeros experimentados consideran evitables.

«Los servicios de rescate deben apoyar la preparación, no sustituirla», advierte Arnette. Lukas Furtenbach se hace eco de esta preocupación y señala que cada vez más escaladores consideran el rescate de emergencia como un plan alternativo y no como un último recurso.

Los puristas del alpinismo sostienen que este cambio socava los valores fundamentales de este deporte: la autosuficiencia, la planificación y la responsabilidad mutua en la montaña.

 

La preparación es la cumbre

Una experiencia montañera satisfactoria no se define únicamente por llegar a la cima. Ed Viesturs nos recuerda que «Llegar a la cima es opcional. Bajar es obligatorio».

Desde el entrenamiento y el equipo hasta el conocimiento de las condiciones meteorológicas y la preparación mental, una preparación minuciosa puede marcar la diferencia entre el triunfo y la tragedia. La autosuficiencia es esencial para quienes planean ascensiones otoñales, especialmente por encima de los 4.500 metros.

 

La Conexión Global de Rescate

Con el alpinismo y el senderismo ganando popularidad, Global Rescue sigue ampliando sus servicios, incluidos los despliegues sobre el terreno y el Paquete de Evacuación a Gran Altitud. Recomendado para cualquier persona de 16 años o más que viaje por encima de los 4.600 metros (15.000 pies), este paquete proporciona una cobertura de respuesta de emergencia crítica adaptada a entornos de gran altitud.

El alpinismo se ha definido durante mucho tiempo por la capacidad de alcanzar la cumbre y regresar sano y salvo al campamento base. Para los alpinistas experimentados, el descenso no es una ocurrencia tardía; es la parte más importante del viaje. La creencia de que «llegar a la cima es opcional, bajar es obligatorio» sigue siendo fundamental en la cultura del alpinismo responsable.

Un miembro de Global Rescue experimentó graves síntomas respiratorios en el campamento base del Everest y se le diagnosticó neumonía y HAPE. Tras ser evacuada en helicóptero y recibir tratamiento, intentó continuar su expedición. Menos de un mes después, tuvo que ser rescatada por segunda vez tras sufrir una caída en el campo II que le impidió caminar. Fue tratada por mal agudo de montaña, traumatismo lumbar y deshidratación.

Casos como éste han suscitado preocupación entre montañeros veteranos, como Ed Viesturs, Tom Livingstone y Conrad Anker. Advierten que la creciente normalización de los rescates en helicóptero corre el riesgo de diluir el espíritu del alpinismo, una actividad definida por la valentía, la resistencia, la autosuficiencia y la responsabilidad.

Alan Arnette y Gordon Janow insisten en que los servicios de rescate son un sistema de apoyo, no una red de seguridad en la que los montañeros y excursionistas puedan confiar ciegamente si intentan cumbres como el Aconcagua, el Manaslu o cualquier otra ascensión de gran altitud en otoño.